¿Te imaginas a Doctor Doom, uno de los villanos más temidos del universo Marvel, siendo engañado, humillado y finalmente arrojado como alimento para tiburones prehistóricos por su propio maestro?
Esa es la historia del Marqués de la Muerte, el hombre que le enseñó todo a Victor Von Doom y cuya llegada puso de rodillas a la humanidad entera. Un relato marcado por las traiciones, la alteración de la realidad y una venganza que tardó millones de años en consumarse.
Clyde Wyncham: el origen en Tierra-1219
Para comprender quién fue realmente este oscuro personaje, es necesario remontarnos a su origen en una realidad alterna: Tierra-1219. En este mundo, muy parecido al nuestro —donde los superhéroes y supervillanos solo existen en los cómics— vivía Clyde Wyncham Jr., el único mutante de esa dimensión.
Clyde creció en una mansión enorme junto a su madre, después de la muerte de su padre. Su único refugio y fuente de alegría era la lectura de cómics, actividad que compartía con su mejor amigo, Jerry.
Durante su adolescencia, Clyde comenzó a manifestar habilidades extraordinarias: el poder de alterar la realidad. Sin tener control alguno sobre lo que hacía, llegó a hipnotizar a todos los habitantes de su pueblo e incluso logró resucitar a su padre fallecido.
El descontrol era absoluto. Incapaz de comprender lo que sucedía, su madre —consumida por el miedo y la desesperación— lo golpeó brutalmente con un candelabro, lo que dejó a Clyde con un daño cerebral permanente.
Poco después, su madre murió, y Clyde fue trasladado a un centro de reposo donde pasaría gran parte de su vida. Aun así, no quedó completamente solo, pues Jerry, su amigo de la infancia, lo visitaba de vez en cuando, manteniendo viva la única conexión afectiva que le quedaba.
La catástrofe de 1985
En 1985, la mansión de la familia Wyncham fue vendida junto con todas las pertenencias que albergaba, incluyendo los cómics que habían marcado la infancia de Clyde. La pérdida de esos tesoros emocionales deterioró aún más su ya frágil estado mental. El resultado fue devastador: provocó una calamidad interdimensional que sacudió tanto a su mundo como a la Tierra-616, el universo central de Marvel.
El poder de Clyde ocasionó que los villanos de los cómics de Marvel aparecieron en su propia realidad, sembrando caos y muerte a gran escala. Sin embargo, la historia dio un giro inesperado cuando también los superhéroes se manifestaron, gracias a la intervención de Toby, el hijo pequeño de Jerry.
Tras el enfrentamiento, Clyde fue detenido y trasladado a Tierra-616 junto con los personajes surgidos de los cómics. Allí, Reed Richards, líder de los Cuatro Fantásticos, decidió neutralizarlo: construyó una celda especial en el Área 87 y le colocó un casco cibernético que le permitiría vivir en una eternidad de sueños agradables.
Así, las habilidades divinas de alteración de la realidad que poseía Clyde Wyncham quedaron contenidas, limitadas no por un héroe ni por una máquina, sino por el mismo daño cerebral interno que le había dejado su madre en un acto de desesperación.
El nacimiento del Marqués de la Muerte: el maestro de Doctor Doom
La historia de Clyde Wyncham tomó un giro inesperado, fragmentándose en dos destinos distintos según la realidad en la que existía. Mientras que el Clyde de Tierra-1219 quedó confinado en el Área 87, atrapado en un sueño artificial creado por Reed Richards, su contraparte de Tierra-807128 no corrió con la misma suerte.
En esta realidad alterna, años después de su encierro, el Área 87 fue atacada por algunos de los peores enemigos de los Cuatro Fantásticos. En medio de la batalla, los villanos lograron despertar a Clyde y, sin quererlo, también restauraron su mente dañada.
El resultado fue inmediato y aterrador: con tan solo un pensamiento, Wyncham exterminó a todos los villanos presentes. Pero aquella matanza marcó algo más profundo: el despertar de su hambre insaciable de destrucción. Fue entonces cuando Clyde abandonó su antigua identidad y adoptó un nuevo título: el Marqués de la Muerte.
Convertido en un ser de poder absoluto, el Marqués pasó mil millones de años perfeccionando su dominio sobre el tiempo y el espacio. A lo largo de esa inimaginable eternidad viajó por el Multiverso, aprendiendo sobre dimensiones, ciencia, magia, tecnología y realidades alternas.
Cada paso en su camino estuvo acompañado de muerte y devastación. Su huella quedó marcada en los universos que extinguió, borrando civilizaciones completas y convirtiéndose en un mito oscuro que trascendió el tiempo.
El encuentro con Victor Von Doom
Durante una de sus travesías, el Marqués llegó a la Tierra-616. Allí encontró a un joven Victor Von Doom, aún en proceso de convertirse en el villano que dominaría Latveria y desafiaría a héroes como los Cuatro Fantásticos.
El Marqués vio en Doom un diamante en bruto, alguien con la ambición y la inteligencia necesarias para convertirse en un verdadero conquistador. Decidió entonces convertirse en su maestro, enseñándole sus secretos más profundos. Pero había un propósito oculto: esperaba que, cuando él regresara tras sus viajes, Doom hubiera sometido cruelmente su mundo en su honor.
Y así pasaron veinte años. Tiempo suficiente para que Doom consolidara su reinado y preparara la tierra para el retorno de su maestro.
La advertencia de Doom
El relato avanza hasta un momento decisivo: Victor Von Doom, prisionero en La Haya, acusado de crímenes contra la humanidad y de haber asesinado a una versión futura de Sue Storm. Allí, Reed Richards lo confronta.
Doom, lejos de arrepentirse, se jacta del acto. Llama patético a Richards y le advierte que su encarcelamiento no será eterno. Si sus aliados políticos no logran liberarlo, aún tiene un recurso mayor: su Maestro.
Sorprendido, Mister Fantástico exige una explicación. Y, aunque Doom detesta hablar de sí mismo, confiesa algo estremecedor: siente los pasos de su maestro acercándose, el primer supervillano, el hombre que le enseñó todo. Incluso Doom, con su corazón endurecido, reconoce que el apetito de muerte de aquel ser hiela su alma.
—“Nueve semanas, Richards” —le advierte Victor.
—“¿Es una especie de broma?” —pregunta Reed incrédulo.
A lo que Doom, con crueldad, responde con una amenaza velada hacia el amor de su rival:
—“¿Tu mujer podrá morir dos veces?”.
Recordándole así que ya había perecido una Sue del futuro, y que nada impediría que la Sue del presente corriera el mismo destino.
La llegada del Maestro
En otra dimensión, sobre una pista en Nueva York, un oscuro campo de energía aparece repentinamente. De él emergen dos figuras envueltas en vestiduras negras y capuchas, lo que impide ver sus rostros.
Una de ellas rompe el silencio con una pregunta perturbadora:
—“¿Gente o insectos? ¿Por qué especie empezamos esta vez?”.
Su compañero, con una sonrisa cruel, responde sin dudar:
—“Gente”.
Con estas palabras, el Marqués de la Muerte anunció su llegada a un nuevo escenario, dispuesto a reclamar lo que consideraba suyo: la sumisión de la humanidad y la destrucción de todo lo que se opusiera a su voluntad.
Mientras en la Tierra-616, los Cuatro Fantásticos celebraban el compromiso entre Ben Grimm y Debbie Green, en otra dimensión se libraba una masacre inimaginable. Allí, los dos misteriosos encapuchados que habían aparecido antes se alzaban triunfantes sobre una ola de cadáveres. Entre los caídos estaban figuras legendarias: Capitán América, Ant-Man, Iron Man, Spider-Man… todos los grandes héroes de ese universo habían perecido.
A pesar de la devastación, aún quedaba un héroe en pie: Reed Richards. Frente a él, uno de los encapuchados se burló, asegurando que había acabado con Ben Grimm sin dificultad y que eliminar al resto de la humanidad no sería diferente.
—“¿Por qué?” —preguntó Mister Fantástico.
—“Las cosas son así. Tú vives, nosotros matamos” —respondió el encapuchado con frialdad.
Sin piedad, el misterioso ser arrancó el corazón de Reed de su pecho, apagando para siempre la mente más brillante de la humanidad. La Antorcha Humana apareció poco después, reuniendo todas sus energías en un último esfuerzo, pero resultó inútil: los encapuchados eran demasiado poderosos. Lo derrotaron con facilidad, sin siquiera inmutarse.
Con ningún héroe en pie para detenerlos, uno de ellos extendió su mano y, con un simple gesto, hizo explotar el sol. El universo quedó reducido a cenizas.
—“¿Y ahora qué?” —preguntó uno de los encapuchados.
—“Es momento de visitar a tu antiguo pupilo… ¿Puedes creer que ya han pasado 20 años?” —respondió su compañero.
En la Tierra-616, Victor Von Doom sonrió con anticipación. Sabía que su maestro estaba a punto de regresar.
Semanas después, tras la visita de Richards a Doom en prisión, un hallazgo estremecedor ocurrió en Tailandia: el cadáver de Uatu, el Vigilante. Reed realizó la autopsia y descubrió que se trataba de un Vigilante de otro universo, asesinado por una fuente de energía inimaginable. A su lado, Sue Storm le preguntó si aquello estaba relacionado con Doom. Richards no tenía aún todas las respuestas, pero el temor era evidente.
El Marqués de la Muerte vs Doctor Doom
Mientras tanto, en Latveria, el pueblo celebraba la liberación de su gobernante. Doom, gracias a sus influencias, había recuperado la libertad. Reunido con sus súbditos, esperaba ansioso el regreso de su maestro. La espera terminó cuando una gran manifestación de energía anunció la llegada del Marqués de la Muerte, acompañado de un nuevo aprendiz.
Doom se inclinó ante ellos, pero pronto quedó claro que su maestro no venía a premiarlo. El Marqués lo recriminó por la riqueza, la felicidad y la estabilidad que veía en Latveria. Escuchaba los latidos de los enemigos de Doom, aún vivos, y lo acusaba de fracaso.
—“Gobiernas una diminuta nación de la que nunca he oído hablar” —dijo el Marqués con desprecio—. “Tras veinte años, tus enemigos merecen una nueva amenaza, Víctor”.
De su mano emanó una energía letal, y por primera vez, el rostro oculto de Doom reveló algo que rara vez había mostrado: terror. Su cuerpo ardió en llamas mientras la risa de su antiguo maestro lo envolvía.
Sorprendentemente, Doom resistió. Demostrando lo que había aprendido durante años, atacó con todo su poder, librando una batalla contra el Marqués que se prolongó durante seis semanas.
En esa guerra intervinieron otros héroes, pero fue Doom quien fabricó la Caja Omega, un artefacto capaz de derrotar a su maestro. Al final, Doom triunfó. Entre los muchos caídos estaba Reed Richards, cuya muerte marcó profundamente a Victor.
Lleno de dolor, Doom cambió. Se dedicó a la ciencia, al progreso y al bienestar de la humanidad. Durante los cinco años siguientes, transformó la Tierra en una Utopía: no había hambre, enfermedades ni guerras. Se casó con Sue Storm, quien esperaba un hijo suyo, y forjó una amistad sincera con Ben Grimm.
En una visita a Latveria, acompañado de Sue embarazada, Doom reflexionó sobre el pasado y sobre lo cerca que habían estado de perderlo todo frente al Marqués y su aprendiz. Sue lo reconfortó:
—“Gracias a ti, la humanidad se salvó. Gracias a tu trabajo, vivimos en paz”.
—“¿Eres feliz, Víctor?” —preguntó ella.
—“Por primera vez en mi vida” —respondió Doom.
Pero la felicidad era una mentira. De pronto, Sue Storm se arrancó la piel del rostro, revelando que en realidad era el aprendiz del Marqués de la Muerte. Detrás de ellos apareció el propio Marqués, triunfante.
—“Imposible. Los matamos hace cinco años” —gritó Doom.
—“Ay, Víctor… no han pasado ni cinco segundos. Aún yaces ardiendo sobre el polvo” —contestó su maestro.
Todo lo que Doom había vivido era una ilusión, un cruel engaño. No existió Caja Omega, ni batalla final, ni matrimonio, ni heredero. Solo la burla de su antiguo maestro.
—“¿Por qué?” —preguntó Víctor, desesperado.
—“Para quitártelo todo, por supuesto. Llora por tu pueblo. Llora por Latveria”.
Una energía descomunal barrió Latveria, exterminando a millones de habitantes. Doom, consumido por el fuego, sintió cómo su corazón se volvía piedra y su sangre se transformaba en ácido.
—“¿Dónde nos desharemos de él, querido profesor?” —preguntó el aprendiz.
—“¿El Cretácico? ¿La era Mesozoica?”
—“No. Arrojémoslo al Plioceno. Su cadáver será un buen bocado para los megalodontes”.
Y así, Victor Von Doom, el hombre más temido del mundo, fue arrojado como alimento para tiburones prehistóricos.
Decepcionado del final de su aprendiz, el Marqués de la Muerte recogió la máscara de Doom, que yacía en el suelo, y proclamó:
—“Es hora de rectificar sus fracasos. Empezando por los Cuatro Fantásticos. Veamos cómo se porta contra el Nuevo Doctor Doom”.
Enfrentamiento contra los Cuatro Fantásticos
El Marqués de la Muerte y su discípulo irrumpieron en el Edificio Baxter, enfrentándose directamente a los Cuatro Fantásticos. Aunque la Primera Familia de Marvel intentó resistir, pronto quedó claro que no eran rivales para dos seres que habían viajado y conquistado incontables mundos a lo largo del Multiverso.
Con sus poderes de alteración de la realidad, el Marqués se ensañó con ellos. A Ben Grimm lo teletransportó al departamento de su querida tía Petunia, obligándolo a presenciar cómo le arrebataba la vida en primera fila. El dolor del héroe fue indescriptible.
Luego, fue el turno de Johnny Storm, a quien el Marqués torturó mostrándole las millones de veces que, a lo largo de siglos y en diferentes universos, había asesinado a Sue Storm. La Antorcha Humana cayó víctima de un tormento psicológico insoportable.
Finalmente, el Marqués sometió a Reed Richards a una serie de crueles pruebas. Le ofreció salvar su mundo si asesinaba a su propio hijo, Franklin Richards. Reed se negó. Después, le propuso acabar con Ben Grimm, pero nuevamente Richards se negó. Como última oportunidad, el Marqués lo llevó al Área 87, donde se encontraba en coma Clyde Wyncham, el mutante más peligroso de todos los mundos.
Allí, el Marqués de la Muerte reveló su propio origen. Explicó que alguna vez fue un joven con poderes de alteración de la realidad, anulados tras sufrir daños cerebrales. Reed Richards había construido para él un casco cibernético que lo mantenía sumido en sueños agradables, encerrado en el Área 87. Sin embargo, siglos después, cuando los villanos del mundo tomaron el poder, irrumpieron en la prisión y despertaron a Clyde. Ese día, Wyncham recuperó su mente… y con ella, un hambre insaciable de destrucción.
Clyde Wyncham viajó durante mil millones de años por múltiples universos, conquistando el tiempo y el espacio, hasta transformarse en lo que hoy se conocía como el Marqués de la Muerte.
El villano le ofreció a Reed la posibilidad de matar a su yo más joven, el Clyde comatoso, antes de que se convirtiera en el monstruo que tenía delante. Pero Richards, fiel a sus principios, se negó una vez más.
De regreso en el Edificio Baxter, el Marqués llevó su juego más lejos: invocó versiones alternativas de los Cuatro Fantásticos de todo el Multiverso, dándoles la opción de salvar sus mundos destruyendo a esta versión de Reed.
Mientras combatían contra esas versiones distorsionadas de sí mismos, Ben Grimm se enteró, gracias a Reed, de la propuesta que el Marqués le había hecho en el Área 87. La Cosa no dudó: si era necesario acabar con Clyde Wyncham para salvar millones de vidas, él no temblaría al hacerlo.
Ben viajó al Área 87 y, en su camino, fue interceptado por el aprendiz del Marqués. Sorprendentemente, Grimm logró derrotarlo con suma facilidad. Frente al comatoso Clyde, la Cosa se preparó para lo inevitable… pero, en lugar de asesinarlo, tomó una decisión distinta.
Clyde Wyncham contra el Marqués de la Muerte
Ben regresó al Edificio Baxter acompañado del propio Clyde Wyncham. Había decidido darle la oportunidad de luchar contra lo que alguna vez llegaría a ser.
La furia del Marqués fue instantánea al ver a su versión joven.
—“Este mundo fue mi inspiración, Marqués. No dejaré que lo destruyas” —dijo Clyde.
—“¡Este mundo te hizo prisionero! ¡Yo vengo a dictar sentencia!” —rugió el Marqués.
—“No puedes derrotar a mis héroes. ¡Y menos con tus villanos!”
—“Nadie puede resistir contra los dioses”.
—“He visto dimensiones donde tus dioses no son más que insectos” —replicó Clyde.
Lo que siguió fue una batalla interdimensional. Ambos invocaron héroes, monstruos, dioses y entidades cósmicas para combatir en su nombre. Aunque breve, la lucha fue devastadora. Al final, Clyde Wyncham fue derrotado, pero el Marqués quedó gravemente debilitado por la cantidad descomunal de energía utilizada.
Los Cuatro Fantásticos aprovecharon ese momento para atacarlo con todas sus fuerzas, dejándolo en un estado lamentable. Solo faltaba rematarlo, pero Reed Richards se negó.
La identidad del nuevo aprendiz
La escena fue interrumpida por el aprendiz del Marqués, quien finalmente reveló su identidad. Durante todo ese tiempo, el discípulo había sido nada menos que Victor von Doom.
Aunque había sido arrojado al alba de los tiempos para morir devorado por megalodontes, su odio lo mantuvo vivo. Doom vagó durante millones de años, dominando las Artes Negras y toda clase de habilidades divinas. Transformó su cuerpo hasta que ninguna molécula pudiera revelar quién era realmente. Así, consiguió infiltrarse como el aprendiz del Marqués, completando su educación y esperando el día de su venganza.
Ese día había llegado. El Marqués, sorprendido, pero también impresionado, elogió a su antiguo pupilo. Sin embargo, Doom lo mandó a callar y lo envolvió en llamas con su magia, acabando finalmente con él.
Así terminó la historia del Marqués de la Muerte, el mutante solitario de un universo devastado, que durante mil millones de años viajó por el Multiverso dejando tras de sí un rastro de caos y destrucción. Su reinado de terror llegó a su fin, no a manos de héroes, sino de aquel que alguna vez lo llamó maestro: el indomable Doctor Doom.
Poderes
El Marqués es capaz de manipular la realidad, el tiempo, el espacio, la materia y la energía. Puede viajar entre universos y diferentes líneas de tiempo, teletransportando ejércitos enteros y revelando futuros alternos. Su poder le permite destruir sin esfuerzo casi todo, incluidas realidades enteras, e incluso usar o crear entidades cósmicas a su favor.
En la pelea con su versión más joven, Clyde Wyncham, se ve cómo ambos invocan héroes, monstruos, dioses y seres cósmicos para combatir en su nombre. ¡Incluso es capaz de destruir el Sol con un solo movimiento de su mano!
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